Tras una aproximación de una media hora, nos equiparemos y , desde una glera, entraremos al barranco mediante un pequeño tobogán y a continuación, un salto, para encontrarnos con un corte profundo y oscuro. Se nos para el aire y a simple vista parecen más de 15 metros, que entrada más bonita a la Garganta de las Gloces. A partir de aquí, ya no hay posibilidad de retorno.
Un par de resaltes donde podemos ayudarnos de la cuerda, saltos, toboganes y de una manera divertida llegaremos al largo pasillo caraterístico del barranco.
Una fisura perfecta, posiblemente una falla donde el agua ha encontrado la zona más débil a erosionar. Pulidos de roca a decenas de metros, nos indican la peligrosidad de este barranco en épocas de deshielo, pero magnífico de contemplarlos.
La fisura se acaba, las paredes pierden altura y verticalidad, para forrarse de helechos y musgos dando mucha luminosidad y color al barranco. Ya sólo nos queda los toboganes y destrepes finales del barranco, donde en alguno tendremos que usar la cuerda. Desde el final del barranco volveremos al parking en unos cuarenta minutos de subida progresiva.